20 noviembre, 2009

Un mal día


encendido y apagado
por un misterio que nadie sabe un día fue luz
y al siguiente sombra de sí mismo,
haciendo eco en las voces que aún lo claman
niño necio u hombre entero
de la vida nada escapa, asomó el cuerpo sólo un poco
de sus pies y el peso corpóreo se alzó un hilillo de humo
poco pudo distinguir lo que define al horizonte, directo viento la risa,
soltó por delante el pecho más que las manos o los anhelos,
aquélla noche saltó el ímpetu, inquietud, ansias, asombro renovado
o tal vez sólo avanzó colérico el miedo pegado al hueso

¿dónde están los días?
¿extrañas caminar, oir música, comer, salir a diario de un hogar?
¿hallaste algo que deseabas encontrar?
sentada aquí me vienen para tí tantas preguntas, sé que vacías quedan
algo gritó justo al oído a un rítmo trepidante:
¡la noche se besa, se respeta, jamás se provoca a duelo!
convencido de ésto podrías coincidir ahora, siendo ave, siendo flecha
solo que en el presente a nadie le consta

un día te cuentan entre las ramas y al siguiente no hay ni flores,
un buen día disfrutas de una fiesta y al siguiente te lloran,

un mal día decides que lo de fuera te incomoda mientras desciendes lento,
eclipse de hierro y agua, negrura que ya no significa nada
mal día para sacar a pasear el resto de un alma

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